El 31 de agosto de 1997, en la revista Fast Company, Tom Peters publicaba un artículo titulado ‘La marca llamada tú’ (The Brand Called You), donde empezaba con una sentencia que revolucionó el panorama del desarrollo personal: “Las grandes compañías comprenden la importancia de las marcas. Hoy, en la era del individuo, tienes que ser tu propia marca. Esto es lo que necesitas para ser el director general de “Yo, S. L.”.
Más de una década después, este tema sigue siendo de absoluta actualidad. Aunque el término se emplee desde hace relativamente poco tiempo, el concepto ha existido siempre, la marca personal en realidad hace referencia a la célebre reputación, fama o reconocimiento.
La Marca Personal combina tres elementos: la relevancia, la confianza y la notoriedad.
“El mundo online nos exige trabajar en construir nuestra marca individual para lograr convertirnos en una referencia dentro de nuestro sector”, explica Andrés Pérez Ortega, asesor de estrategia personal.
Dos máximas de Tom Peters sobre la Marca Personal:
Pero, ¿qué es exactamente una Marca Personal?
Sencillamente es lo que los demás piensan de ti. Y esta imagen no es fruto del azar, se crea a través de experiencias, impactos, interacciones, diseños, comunicación, etc.
Lograr una buena Marca Personal está directamente relacionada con tu potencial, valoración, reconocimiento y visibilidad. Tener una marca personal sólida puede establecerte como experto de tu campo por tanto, mejora la exposición de tu negocio y refuerza tu reputación.
Andrés Pérez Ortega, autor del libro Marca Personal: como convertirse en la opción preferente, así lo explica: “La marca personal pretende ayudar a las personas a posicionarse, a ocupar un lugar preferente en la mente de otros (jefes, colaboradores, clientes, votantes, colegas, familia, amigos...)”
Las tres preguntas de la Marca Personal:
Y ahora:
¡Vamos a ello! Define tu objetivo y elabora estrategia para lograrlos.
¿Ya has definido tus metas a corto y largo plazo? De nada servirán las estrategias, conocimientos y habilidades que tengas si no existe un objetivo conciso.
Si aún no has definido tus objetivos, tus metas a corto, medio y largo plazo, comencemos por el principio:
Ventajas de tener un objetivo definido:
El mero acto de definir lo que quieres, aumenta enormemente la probabilidad de alcanzarlo. La orientación al objetivo te permite concretar tu visión y convertirla en acciones específicas y tangibles.
Una vez definas correctamente tu objetivo, será mucho más fácil identificar cuáles son las acciones más eficientes para iniciar el camino que los convertirá en realidad.
¡Acción! Es el comienzo de todo. El paso ineludible. Es la actitud vital. Si no empiezas a trabajas en tu objetivo...difícilmente lo alcanzarás.
Comparte tus objetivos: contacta a tus seres queridos, personas de confianza, entorno cercano y coméntales el objetivo que te has propuesto. La vergüenza torera funciona en la inmensa mayoría de nosotros. ¡Comparte tus objetivos!
Autorecompénsate: no te consientas, pero premia tus logros.
Un objetivo o meta debe estar bien formulado. El acrónimo SMART representa una sencilla forma de recordar las características que debe cumplir un buen objetivo.
Establecer la meta con parámetros cuantificables en un período determinado garantiza mayores posibilidades de éxito.
Una estrategia es la definición de un plan para dirigir un asunto. Está orientada a alcanzar un objetivo siguiendo unas determinadas acciones (bien planificadas) que te ayudarán a conseguir los mejores resultados posibles.
Tus siete preguntas básicas: