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El Tesoro de David

La Revelación Escritural a la luz de los Salmos

C. H. Spurgeon

TEXTO COMPLETO

TRADUCIDO Y AMPLIADO

CON NOTAS

Y

REFERENCIAS BÍBLICAS

POR

Eliseo Vila

61

SALMOS CLAVE

TOMO I

EDITORIAL CLIE

C/ Ferrocarril, 8 08232

VILADECAVALLS (Barcelona) ESPAÑA

E—mail: libros@clie.es http://www.clie.es

Título original: “The Treasury of David” por C. H. Spurgeon.

© 2015 por Eliseo Vila Vila para la presente versión española ampliada.

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org <http://www.cedro.org> ) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra».

© 2015 Editorial CLIE

EL TESORO DE DAVID

ISBN: 978-84-8267-995-2

COMENTARIOS BÍBLICOS

Referencia: 224869

DEDICATORIA DEL TRADUCTOR:

A mi padre Samuel Vila.

De quien heredé no sólo mi amor a las Santas Escrituras

y mi admiración por C. H. Spurgeon,

sino también el embrión de este monumental proyecto.

A mi madre Lidia Vila.

Que no tan sólo me empujó y animó para que lo hiciera mío,

sino que colaboró activamente en la primera revisión del texto

hasta casi cumplir sus 100 años.

A mi esposa Ana María.

Que no sólo ha soportado pacientemente, día tras día,

un marido con la mente extraviada

por las profundas galerías de El Tesoro de David,

sino que ha participado en la restauración

de algunas de sus joyas más crípticas

a la hora de hacerlas más comprensibles

a los creyentes del Siglo xxi.

A mi hija Anna.

Que no ha dudado en volcar toda su habilidad para las letras

y sus recién adquiridos conocimientos académicos

en la corrección y revisión literaria del texto.

Y siguiendo el ejemplo del salmista y del propio Spurgeon,

en humilde agradecimiento:

A mi Señor y Salvador.

Mi Dios, mi Roca, mi Fortaleza, mi Guía, mi Sanador,

en quien se deleita mi espíritu

y del cuál está siempre sedienta mi alma.

“El cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Romanos 13:20).

¡A Él sea toda la gloria!

DISTRIBUCIÓN DE LOS 150 SALMOS EN EL TOMO I

Dedicatoria

Distribución de los 150 Salmos en el Tomo I

Prólogo del traductor

Prefacio de José M. Martínez a la edición abreviada

Prólogo editorial

Breve biografía de Charles Haddon Spurgeon

Prólogos de Charles Haddon Spurgeon

Sobre el subtítulo añadido

Carta de Atanasio a Marcelino

Introducción a la presente versión española ampliada

Salmo 1 Salmo Prefacio

Salmo 2 Salmo Del Mesías Príncipe

Salmo 3 Himno Matutino

Salmo 4 Himno Vespertino

Salmo 8 Salmo Del Astrónomo

Salmo 13 Salmo Del ¿Hasta Cuándo?

Salmo 14 Advertencia A Los Ateos

Salmo 15 La Pregunta Y Su Respuesta

Salmo 16 Salmo De Oro

Salmo 17 Oración De David

Salmo 18 Una Mirada Agradecida

Salmo 19 Salmo De La Creación

Salmo 20 ¡Dios Salve Al Rey!

Salmo 21 Oda Triunfal Del Rey

Salmo 22 Salmo De La Cruz

Salmo 23 Salmo Del Pastor

Salmo 24 Canto De La Ascensión

Salmo 27 Confianza Triunfante Y Confianza Suplicante

Salmo 32 Salmo Paulino

Salmo 34 Un Himno y Un Sermón

Salmo 37 Antídoto Contra La Impaciencia

Salmo 40 Esperando En El Señor

Salmo 42 Sed De Dios

Salmo 43 ¿Por Qué Te Abates, Oh Alma Mía?

Salmo 46 Salmo De La Santa Confianza / Salmo De Lutero

Salmo 49 Salmo Didáctico

Salmo 51 Salmo Del Pendiente

Salmo 55 Confianza En La Angustia: ¡Alas De Paloma!

Salmo 70 Salmo Del ¡Apresúrate!

Salmo 73 El Dilema De La Justicia Divina

Salmo 80 El Dulce Pastor De Israel

Salmo 84 La Perla De Los Salmos

Salmo 90 De Generación En Generación

Salmo 91 Al Abrigo Del Altísimo

Salmo 95 ¡Venid, Celebremos!

Salmo 100 Con Una Sola Voz Toda La Tierra

Salmo 103 ¡Bendice, Oh Alma Mía!

Salmo 110 El Rey Sacerdote

Salmo 111 Salmo De Las Obras De Dios

Salmo 112 Las Bendiciones Del Justo

Salmo 117 El Salmo Más Corto

Salmo 120 Introducción A Los Cánticos Graduales

Salmo 121 El Guardián De Israel

Salmo 122 ¡Vamos A La Casa Del Señor!

Salmo 123 Salmo De Los Ojos

Salmo 124 Cántico De Liberación

Salmo 125 Como El Monte Sión

Salmo 126 Sembrando Y Llorando

Salmo 127 Salmo Del Constructor

Salmo 128 Salmo Del Hogar

Salmo 129 Paciencia En La Aflicción

Salmo 130 Salmo “De Profundis”

Salmo 131 Humilde Como Un Niño

Salmo 132 El Pacto De Dios Con David

Salmo 133 ¡Juntos En Armonía!

Salmo 134 Epílogo A Los Cánticos Graduales

Salmo 137 ¿Cantar En Tierra Extraña?

Salmo 139 Omniscencia Y Omnipresencia De Dios

Salmo 145 Alabanza De David

Salmo 149 Un Cántico Nuevo

Salmo 150 Salmo Final

Mapas del Tesoro

Índice de comentaristas

Índice de referencias escriturales

Índice analítico

Distribución general de todos los salmos en los tres tomos

PRÓLOGO DEL TRADUCTOR

Entre los numerosos proyectos de literatura cristiana que el fundador de CLIE, Samuel Vila –mi padre–, se había fijado a lo largo de su vida, su favorito era una versión española de la opus magna de su admirado maestro Charles Haddon Spurgeon, a la que el insigne predicador había dedicado veinte años de trabajo: The Treasury of David. Publicado originalmente en veinte tomos, –uno cada año entre 1865 y 1885–, este comentario a los salmos ha sido, hasta el día de hoy, valorado y apreciado como el trabajo uno de los mejores cometarios que se han escrito en lengua inglesa sobre el salterio hebreo. Pues el justamente llamado «príncipe de los predicadores», lejos de limitarse a sus propias exposiciones, recopiló para cada salmo las exégesis, pensamientos y comentarios de pensadores cristianos de todos los tiempos, mayormente de escritores puritanos, pero sin olvidar a los reformadores, a los Padres de la Iglesia, ni a sus propios contemporáneos hasta finales del siglo xix.

Por desgracia, la época turbulenta que a mi padre le tocó vivir en España, la Guerra Civil y posterior etapa de intolerancia religiosa, limitaron sus posibilidades de completar en vida este proyecto gigantesco. Tuvo que contentarse con una edición abreviada, un breve resumen de algunas de las exposiciones de cada salmo, que publicadas en dos tomos, fueron muy bien recibidas y apreciadas en el mundo de habla hispana. Pero, a decir verdad, escasamente llegaban a ser una muestra de lo que es El Tesoro de David en su versión original.

Cuando el Señor lo llamó a su presencia en 1992, y me correspondió recoger de su mano el testigo para seguir avanzando con la antorcha de la editorial CLIE, me prometí a mí mismo dedicar parte de mi tiempo a lograr que este sueño suyo se hiciera realidad y que los pueblos hispanos tuvieran un día libre acceso, no sólo a unas pocas, sino a todas las galerías que albergan este inmenso “tesoro”. Que pudieran abrir todos y cada uno de los cofres, extasiarse con la calidad y finura de su oro, y adornarse con sus incomparables e inagotables joyas.

Pero las tensiones inevitables del día a día, propias de la dirección ejecutiva de una editorial, sumadas a mis constantes viajes para participar en seminarios y conferencias, acaparaban la totalidad de mi tiempo; y el proyecto se iba posponiendo, año tras año. Hasta que el Señor me mostró con claridad, por circunstancias de la vida, que había llegado la hora de sentarme quietamente “junto a aguas de reposo” y dedicar el tiempo y las fuerzas que me restan a otra clase de labor. Y tomé la decisión de centrar por entero mis esfuerzos en completar la traducción al español del texto íntegro de El Tesoro de David en un lenguaje que, sin restar un ápice de su belleza literaria, lo hiciera asequible a las formas de comunicación de nuestra sociedad actual. Y añadiendo, en notas al pie, notas exegéticas, otros comentarios importantes sobre los Salmos, principalmente de los Padres de la Iglesia, información sobre los autores citados, y todas las aclaraciones y explicaciones precisas para hacer su lectura más fácil y comprensible.

Puedo decir que medida que avanzaba en el trabajo, me iba sintiendo cada vez más deslumbrado y extasiado por la magnitud de las riquezas espirituales acumuladas en esta obra singular. Cada pepita de oro que arrancaba de su veta, cada gema que sacaba de su arquilla, me aportaban tanto bien espiritual y me infundían tanto aliento y consuelo a nivel personal, que en más de una ocasión me vi obligado a interrumpir el trabajo para secarme las lágrimas y dar gracias a Dios por el Tesoro de su Palabra.

Pero esta misma emoción hacía que me sintiera embargado por un sentimiento de frustración cada vez más profundo. El trabajo era inmenso y agotador. Me daba cuenta de que completar la totalidad de los ciento cincuenta salmos me tomaría varios años. Y me dolía que algo que a mí me había hecho tanto bien, tardara tanto tiempo en llegar a los demás. Como le sucedía a Pablo, “mi espíritu se enardecía dentro de mí”, pensando que pasarían años antes de completar la totalidad de la obra y poder hacerla asequible. Por otra parte, la extensión la de misma haría imposible publicarla en un solo volumen, como hubiera sido mi deseo para hacerla más accesible. Tendrían que ser tres tomos, y de gran tamaño. Finalmente, junto con el equipo de CLIE, encontramos una apropiada solución: «Hagamos una selección de los salmos clave, los más conocidos, leídos y utilizados en la predicación, y saquemos con ellos a la luz lo antes posible el primer tomo, a la espera de completar lo restante del salterio en un segundo y tercer tomo. De esta manera los pastores podrán disponer de la parte esencial sin tener que esperar a completar la totalidad de la obra». El presente primer volúmen de El Tesoro de David es la materialización Ad majorem Dei gloriam, de esta excelente idea.

La labor exhaustiva llevada a cabo por Spurgeon en esta obra ciertamente es monumental. La esposa del insigne predicador afirmó hablando sobre El Tesoro de David que si Spurgeon «no hubiese escrito ninguna otra obra, ésta sería su memorial literario permanente». Su vida ya habría valido la pena. Mi padre inició la insigne labor de traducirlo al español, y aunque debido a las dificultades propias de su época y a su intensa actividad pastoral y misionera no alcanzó a culminar su propósito, su vida también valió la pena. Si yo logro a completar su traducción y ampliación haciendo que El Tesoro de David sea asequible en versión íntegra en el mundo hispano, también la mía habrá valido la pena. Será mi mejor aportación y mayor legado a la literatura cristiana.

Eliseo Vila

Presidente de la Editorial CLIE

Roquetas de Mar, Septiembre 2014

PREFACIO DE JOSE Mª MARTÍNEZ

a la edición abreviada de “El Tesoro de David
publicada por CLIE

Muy gustosamente he aceptado la petición de CLIE de prologar la presente obra de C. H. Spurgeon. Al hacerlo, tengo la sensación de que, en cierto modo, saldo, aunque sea sólo parcialmente, la deuda de gratitud que hace medio siglo contraje con el «príncipe de los predicadores».

Fue un libro de sermones de Spurgeon el que, hace cincuenta años, me inició en el conocimiento de aquel gran siervo de Dios y de su obra. La lectura de cada uno de sus mensajes fue para mí una fuente de instrucción y deleite espiritual, como lo fueron posteriormente otras obras suyas.

Muchos otros creyentes han sido igualmente bendecidos mediante los escritos de Spurgeon. No pocos han leído –y releído en años sucesivos– con gran provecho el «Libro de cheques del banco de la fe» y han quedado impresionados por el amplio conocimiento bíblico y la piedad profunda de su autor. Con toda seguridad, quienes ya conocen algo de las obras del famoso pastor londinense se alegrarán de que se haya traducido al castellano y se publique su comentario sobre los Salmos.

La obra original fue mucho más extensa. Apareció en siete tomos bajo el título «The Treasury of David» (El Tesoro de David), en los que comentaba minuciosamente cada uno de los ciento cincuenta salmos del salterio bíblico. A lo largo de un siglo, ha sido un comentario sumamente apreciado.

Pero «El Tesoro de David» es mucho más que un comentario sumamente apreciado. Puede decirse que constituye, en palabras de D. O. Fuller, «una antología teológica de toda la verdad cristiana», en la que se exponen las grandes doctrinas bíblicas relativas a Dios, sus atributos, su Palabra, su obra de redención, la resurrección y la segunda venida de Cristo, entre otras. A los propios comentarios de Spurgeon se añaden los de figuras de la Iglesia cristiana tan ilustres como Agustín, Crisóstomo, Atanasio, Lutero, Calvino, Bunyan, etc.

Estamos convencidos de que en este libro encontrará el lector material abundante, tanto para su edificación personal como para el estudio y la preparación de sermones –si es predicador– sobre alguno de los Salmos.

También la cuidada traducción al castellano es digna de encomio. La calidad de la obra la merecía. Ciertamente la editorial CLIE, que se ha hecho ya acreedora al reconocimiento de los evangélicos de habla hispana, añade una más al acervo de obras de gran calidad que en los últimos años ha venido publicando.

Esperamos que, manteniendo esta línea, prosiga con fruto creciente su labor de edición y difusión de la buena literatura cristiana.

José Mª Martínez

Pastor y escritor

Autor de “Hermenéutica Bíblica” y “Salmos Escogidos”

PRÓLOGO EDITORIAL

La obra de C.H. Spurgeon, El tesoro de David, goza por si misma de un historial y aureola de prestigio más que suficiente como para que nosotros tengamos necesidad de recomendarla. Su esposa no se equivocó al afirmar que si Spurgeon «no hubiese escrito ninguna otra obra, ésta sería su memorial literario permanente». Y el alto aprecio con que generación tras generación de predicadores, pastores y líderes cristianos la han mantenido hasta el día de hoy da buena prueba de ello.

Pero sí estamos en la obligación de decir unas palabras respecto al extraordinario trabajo de adaptación, actualización y ampliación, que ha llevado a cabo Eliseo Vila para hacerla más útil y asequible al lector hispano, tanto en España como en Latinoamérica. Ésta no se reduce a una simple traducción del texto, sino que lo amplia con una sabia selección del pensamiento de otros autores, antiguos y modernos, de tal modo que la presente versión en lugar de restar, suma un valor añadido.

Spurgeon se propuso honrar el texto sagrado, el Libro de los Salmos, recopilando de su amplia biblioteca puritana y evangélica cuanto de bueno llamó su atención sobre todos y cada uno de los poemas del salterio hebreo, desde su encabezamiento hasta la última palabra. Cuidó, y quizá primó, el sentido devocional y doctrinal de los comentarios, pero en ningún momento descuidó de incluir los aportes de la historia, la arqueología y la exégesis con lo mejor de los conocimientos de su época. En esta misma línea de investigación y enriquecimiento analítico del texto bíblico, Eliseo Vila, sin desviarse por un momento de la intención y propósito original de Spurgeon, ha actualizado el texto reforzándolo mediante notas explicativas a pie de página que aclaran muchas ideas y conceptos, bien oscuros y desconocidos de aquella época o bien poco comunes al lector actual.

Como bien aclara Vila en su pormenorizada “Introducción a la presente versión española”, que todo lector debería leer antes de entrar en la lectura o estudio de la obra para entender la magnitud y alcance de la misma, Spurgeon concluyó El Tesoro de David a finales del siglo xix, y desde entonces las ciencias bíblicas han avanzado mucho. De otra parte, y preciso es decirlo, por afinidades doctrinales y lingüísticas, Spurgeon priorizó a los puritanos y otros autores ingleses, a franceses y alemanes, frente a los autores latinos y griegos de la gran tradición cristiana. Para equilibrar este desfase, Eliseo Vila ha añadido en notas al pie un buen número de citas y comentarios de autores cristianos de los primeros cinco siglos de la historia de la Iglesia que escribieron sendos tratados sobre el Libro de los Salmos, el libro de oración y alabanza de la Iglesia por excelencia. Con ello, la labor de recopilación de Spurgeon queda reforzada y enriquecida sustancialmente.

Pero aún hay más, siendo que hoy en día los comentarios bíblicos tienden a ser antes que nada exegéticos, y teniendo en cuenta que la exégesis bíblica estaba muy poco desarrollada en los días de Spurgeon, Vila ha optado por incluir también opiniones y criterios de cuatro autores esenciales en este campo, quienes, además de haber sido grandes exégetas de los Salmos a lo largo del siglo xx, suman la ventaja de proceder de campos confesionales o denominacionales muy distintos: Luis Alonso Schökel, Hans-Joachim Kraus, Francisco Lacueva y José M. Martínez. Con ello, aparte de recibir un toque de actualización, El Tesoro de David se abre a una nueva dimensión que trasciende a la obra original.

Finalmente, otra cuestión algo irritante para el lector actual de obras escritas en el siglo xix, es el tema de las notas bibliográficas. Por lo general aparecen con una escueta mención al apellido del autor y título de la obra, sin referencia al lugar y fecha de publicación, por lo que a veces resultan muy difíciles de localizar, pues varios autores suelen compartir el mismo apellido. La presente versión española de El Tesoro der David ha subsanado esta carencia mediante un arduo trabajo de investigación bibliográfica, ofreciendo a sus lectores el nombre completo de los autores citados por Spurgeon, el título completo de las obras mencionadas y su fecha de publicación, así como una nota biográfica de cada autor. Lo cual es muy de agradecer, pues muchos de esos autores son hoy totalmente desconocidos al público cristiano general, y además gracias a la completa referencia bibliográfica, cualquiera puede hacer uso de esas citas de manera independiente.

En resumen, con esta nueva versión española de El Tesoro de David estamos ante un trabajo singular que no tiene equivalente en ningún otro idioma, y que va incluso mucho más allá de cualquiera de las numerosas ediciones existentes en inglés: más amplia, más completa y más útil, tanto para la lectura personal, como para el estudio bíblico y el uso homilético o doctrinal. No nos queda más que felicitar a su adaptador por el esfuerzo realizado, cuyo resultado final no sólo enriquecerá las bibliotecas de numerosos lectores, sino que aporta a pastores y líderes una valiosísima herramienta de trabajo que honra a CLIE como editorial que la publica.

Alfonso Ropero Berzosa

Director Editorial de CLIE

En un lugar de La Mancha, 20 de septiembre de 2014

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BREVE BIOGRAFÍA DE
CHARLES HADDON SPURGEON

Charles Haddon Spurgeon, nació Kelvedon, Reino Unido, el 19 de junio de 1834, en una familia de tradición puritana, hijo primogénito del pastor John Spurgeon y su esposa Eliza, un fecundo matrimonio que engendró 17 hijos, aunque sólo 8 de ellos alcanzaron la edad adulta.

Bajo la tutela de su padre y su abuelo1 fue educado en la más estricta tradición puritana. Aprendió a leer con la Biblia, que leía diariamente en el “culto familiar”, y los 6 años de edad leyó la alegoría de John Bunyan “El Progreso del Peregrino”,2 que llegó a releer más de 100 veces a lo largo de su vida. De joven demostró una marcada habilidad por las matemáticas y destreza para el dibujo. Pero lo que destacaba en él era su inteligencia y extraordinaria memoria. Su principal afición era la lectura. Leía seis libros a la semana y podía memorizar lo más importante de lo leído, siendo capaz de recordar el autor, el título de la obra e incluso párrafos enteros años después de haberlos leído.

Aunque su mente juvenil abrigaba muchas dudas, había en su interior marcadas inquietudes e inseguridades espirituales. La idea del pecado lo aterrorizaba, y cuanto más leía la Biblia más le parecía que lo escrito en sus páginas lo amenazaba y pesaba sobre él como una losa. La mañana del 6 de Enero de 1850, con 15 años de edad, caminaba hacia la iglesia cuando una tormenta de nieve le impidió llegar y acabó refugiándose en una pequeña capilla metodista de Colchester. El pastor de aquella iglesia tampoco había podido llegar y el culto estaba a cargo de uno de los laicos, que comenzó a predicar sobre el texto de Isaías 45:22: “Miradme a mí, y sed salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”. De pronto, según palabras del propio Spurgeon, el predicador miró directamente hacia él, que estaba cabizbajo, y le dijo sin más: «Joven, pareces infeliz y abatido; y lo seguirás estando toda tu vida, hasta la hora de tu muerte, si no obedeces las palabras de este texto. Pero si lo haces, serás salvo en este mismo instante». Spurgeon, que efectivamente estaba abatido porque se sentía culpable, entendió que únicamente Dios podía salvarlo y levantó la mirada, cosa que el predicador aprovechó para decirle: «Mira a Cristo Jesús. ¡Míralo!, ¡Míralo!, lo único que tienes que hacer es mirarlo y vivirás». Spurgeon nos cuenta que entonces vino a su mente el recuerdo de la serpiente de bronce levantada por Moisés en el desierto, que sanaba instantáneamente a las gentes que la miraban.3 Como tiempo después él mismo explicaría: «Dios abrió mi corazón al mensaje de salvación».

Comenzó a buscar una iglesia más acorde con su nueva concepción de la fe y dio con una pequeña congregación bautista en Isleham. Escribió respetuosamente a sus padres comunicándoles su deseo de pasar a formar parte de la iglesia bautista, bautizarse de nuevo por inmersión, y dedicarse al ministerio pastoral.4 Una decisión que, pese a ser respetada, no fue demasiado bien recibida, especialmente por parte de su madre, quien le escribió diciéndole que había estado pidiendo a Dios reiteradamente que su hijo se mantuviera en sus caminos, pero no que se hiciera bautista. Spurgeon le contesto: «Esta visto, mamá, que Dios, en una clara demostración de su notoria abundancia y plenitud, ha colmado tus deseos en exceso».5 Pero finalmente, sus padres dieron su consentimiento.

Sin haber asistido a ningún seminario, únicamente con formación autodidacta leyendo libros y tras ser aconsejado por algunos tutores, a los pocos meses, finales de 1850, Spurgeon predicó su primer sermón. Y a comienzos de 1851 asumió el pastorado de una pequeña congregación bautista en Waterbeach. Dos años después, en 1853, publicaba su primer trabajo escrito, un pequeño folleto evangelístico de cuatro páginas titulado: “Salvation and Safety”, “Salvación y Seguridad”, pero más conocido como “Gospel Tract”, “Breve tratado sobre la palabra de Dios”.

Entre tanto, en Londres, la iglesia bautista de New Park Street que durante casi 150 años había sido el “buque insignia” del movimiento bautista en el Reino Unido, cuyo púlpito habían ocupado hombres tan insignes como Benjamin Keach [1640-1704], John Gill [1697-1771] y John Rippon [1751-1836], se hallaba agonizando. Los cambios urbanísticos provocados por la revolución industrial la habían dejado relegada a un barrio periférico y lo que antaño fuera una congregación de 1200 personas había quedado reducida a menos de 200. Por una serie de circunstancias, la congregación decidió ofrecer en 1854 el cargo de pastor a Spurgeon, que tras un período de prueba decidió aceptar. Así, con 20 años de edad se vio súbitamente predicando en el púlpito que antaño ocuparan Keach, Gill y Rippon.

El nuevo estilo de predicación del joven pastor de provincias, directo, bien expresado, y netamente evangélico, impactó en la sociedad londinense de la época. En poco menos de un año el histórico edificio de New Park Street se había quedado pequeño, y Spurgeon decidió alquilar para celebrar los cultos un edificio público, el Exeter Hall, con capacidad para 4000 personas; y cuando éste también se quedó pequeño, el Surrey Gardens Music Hall, con capacidad para 8.000.6

Pero el éxito sin precedentes del joven “intruso” de provincias no fue bien asimilado ni por la casta clerical londinense, ni por sus propios compañeros, que comenzaron a criticarlo y tacharlo de ególatra. Por su parte los periódicos liberales, molestos con las ideas conservadoras del nuevo predicador, lo atacaron duramente caricaturizándolo de charlatán y calificándolo de bufón iletrado y sin preparación académica.

Pero las críticas no hacían mella en las multitudes que iban a escucharlo y seguían abarrotando las predicaciones de Spurgeon. Como tan descriptivamente lo plasmara años después un joven estudiante de teología norteamericano, D. C. Davidson:

«En cuanto Spurgeon predicaba las simples y añejas doctrinas de la Cruz, el fuego pentecostal bajaba desde el cielo sobre la gente. Vi en ese tabernáculo a multitudes enteras movidas por el aliento de Dios cual el viento mueve los árboles del bosque. En comparación con la fosa séptica de la teología crítica alemana en la que yo había estado inmerso, aquello me parecía el tercer cielo».7

En 1856 Spurgeon contrajo matrimonio con el amor de su vida, una bella joven a la que él mismo había bautizado, Susannah Thompson. Susannah, además de darle dos hijos gemelos, Thomas y Charles Jr.,8 se convirtió en su secretaria personal.9 El ministerio seguía en auge ascendente, y con veintidós años de edad, Charles Haddon Spurgeon se había convertido en el predicador más famoso de todo Reino Unido con proyección a los Estados Unidos y otros países.

El 19 de octubre de 1856, diez mil personas se apretujaban en la platea y galerías del Surrey Music Hall para escuchar al predicador, y otras diez mil esperaban pacientemente fuera en los jardines. Al poco de comenzar, mientras Spurgeon estaba orando, alguien gritó malintencionadamente: “¡Fuego!”. La gente comenzó a correr enloquecida, y en la estampida se produjeron siete muertes y veintiocho personas tuvieron que ser hospitalizadas. La prensa londinense se ensañó con el joven predicador, que cayó en depresión y se recluyó por varias semanas.10 Pero la congregación lo respaldó y apoyó unánimemente, y decidieron levantar un nuevo local de cultos con capacidad para 6.000 personas al que pusieron el nombre de “Metropilitan Tabernacle”, y en el que se celebraban varios cultos a fin de poder acoger no sólo a los miembros de la congregación, que rondaban ya esa cifra, sino al enjambre de visitantes. Destruido por dos incendios -uno en 1898 y otro en 1941 a causa de los bombardeos alemanes-, el “Metropilitan Tabernacle” fue reconstruido y sigue en activo como iglesia bautista independiente hasta el día de hoy.

Spurgeon creía firmemente y sin reservas mentales en todo lo que predicaba, y no se cortaba un ápice a la hora denunciar y oponerse claramente a cualquier cosa que bajo su criterio se apartara de los principios de la verdad revelada en la Escritura, por más que hacerlo lo situara en el terreno de lo políticamente incorrecto. Sus denuncias contra la esclavitud eran tan duras que fueron censuradas en los Estados Unidos en la edición impresa de sus sermones, se boicotearon sus libros y en algunos estados del Sur se llegaron a organizar piras para quemarlos públicamente. El 5 de Junio de 1864 predicó un sermón en contra del bautismo de niños titulado “Baptismal Regeneration”, “Regeneracion bautismal”, que levantó ampollas en la Iglesia Anglicana oficial y lo obligó a tener que retirarse de la Evangelical Alliance. Y en 1887 publicó una serie de artículos en contra de la deriva liberal del pensamiento teológico dentro de la propia Unión Bautista, que en su opinión estaba “degradando”11 la fe, lo cual lo llevó a romper con la Unión y separarse de ella.

Esto le valió entre algunos de sus contemporáneos la fama de hombre adusto y poco tratable, de carácter irascible, y llegaron a calificarlo como “el último de los puritanos”. Pero un análisis más amplio de su personalidad demuestra que semejante visión no es más que una de las muchas caricaturas que hicieron de él sus adversarios, puesto que numerosas facetas de su vida y ministerio prueban que era una persona abierta, agradable y cariñosa, siempre preocupada por los demás y con un peculiar sentido británico del humor.12 Prueba de ello son dos facetas poco conocidas de su vida:

Por un lado, era su costumbre visitar a los enfermos13 y orar por ellos pidiendo sanidad divina, cosa que le valió por un lado las críticas de muchos y por el otro la fama de estar en posesión de un don especial de sanidad. Hasta el punto que uno de sus biógrafos contemporáneos, el pastor bautista norteamericano Russell H. Conwell,14 afirmó de él que: «Probablemente, de ningún otro hombre, ni en Inglaterra ni en los Estados Unidos, puede decirse que haya curado a tanta gente (en el Siglo xix) como C. H. Spurgeon, a pesar de que no era médico y jamás escribió una sola receta».15

Por otro, estaba su sensibilidad poética. Spurgeon escribía poemas y componía himnos. Uno de sus más bellos y conocidos poemas, “Immanuel”, es todo un alarde de sensibilidad poética, inspiración y testimonio de la esperanza cristiana. Escribió diez himnos y versificó catorce salmos, todos ellos incluidos en un himnario que él mismo recopiló y publico en 1866 para su uso en el Metropolitan Tabernacle, bajo el título de “Our Own Hymn Book, a Collection of Psalms and Hymns for Public, Social and Private Worship”, “Nuestro propio Himnario, una colección de Salmos e Hinmos para la alabanza en público, social y privada”.

Con independencia de críticas o halagos, por encima de admiradores y detractores, el ministerio de predicación de Spurgeon que posteriormente le valdría el apodo de “príncipe de los predicadores”, siguió en auge hasta el momento de su muerte y ha seguido impactando el mundo después de ella hasta el día de hoy.

El 7 de Junio de 1891 Spurgeon subió al púlpito del Metropolitan Tabernacle vestido como era habitual en él, con traje chaleco y corbatín,16 para predicar su último sermón. Ocho meses después, el 31 de Enero de 1892, a la edad de 58 años, partía hacia su hogar celestial en el pueblecito costero de Menton, cerca de Niza, Francia, donde se encontraba tratando de recuperarse de su enfermedad.17 Alrededor de 60.000 personas desfilaron por el Metropolitan Tabernacle para rendir un último homenaje a su féretro. Y con las tiendas cerradas y banderas a media asta, más de 100.000 se apretujaron en las calles de Londres a lo largo de los tres kilómetros de recorrido del cortejo fúnebre.

El Rev. Herbert Evans pronunció en su funeral estas palabras proféticas:

«Devolvemos el cuerpo de su habitación terrenal a la tierra, pero queda con nosotros un Charles Haddon Spurgeon al que no es posible enterrar; porque no hay en todo Norwood18 tierra bastante para sepultarlo: el Spurgeon de la historia».

Una semana después, el líder bautista norteamericano B. H. Carroll, con su peculiar oratoria, predicaba en Texas un sermón completo sobre la influencia de Spurgeon en el mundo:

«Spurgeon ha muerto, sí. El más alto y robusto de los robles en el bosque del tiempo, ha caído. La voz más potente19, dulce y argentada que haya proclamado las buenas nuevas del evangelio desde los tiempos apostólicos, se ha apagado. La mano que firme empuñó la hoz que más espigas haya segado en los campos blancos y sazonados20 de la redención, yace ahora doblada e inerte sobre un pecho que ya no late, pero que mantuvo su pulso de empatía con todo dolor o alegría humana hasta su último latido. Pero estaba ya para ser derramado en libación;21 peleó la buena batalla, guardó la fe; y mientras nosotros lloramos, él ciñe ya la triple corona de vida, de gozo y de gloria22 que el Señor Juez justo le ha conferido (…) A la pregunta: ¿qué explicación tiene el fenómeno Spurgeon? Hay una sola respuesta: Dios».

Cuando Spurgeon partió hacia su hogar eterno, su ministerio se había extendido ya a muchas otras facetas más allá de la predicación.

Fue autodidacta y no llegó a estudiar en ningún seminario teológico o institución académica.23 Aunque recibió en vida numerosas ofertas de prestigiosas universidades para ser investido como Doctor Honoris Causa, las rechazó sistemáticamente alegando que los honores sólo correspondían a Dios. Su secreto estaba en la lectura y en su famosa biblioteca, que a su muerte contaba con más de 12.000 volúmenes, 1000 de ellos impresos anteriormente al año 1700. Ello no le privó, sin embargo, de una clara visión respecto a la importancia de la preparación académica de los pastores y predicadores, razón por la cual fundó en 1857 el famoso Pastor’s College, todavía activo a día de hoy, y que contaba ya a finales del Siglo xix con una media de 100 alumnos por curso. Spurgeon llegó a dar clases personalmente a más de 900 estudiantes. Pero el enfoque del Pastor’s College difería mucho de cualquier otro seminario teológico: su objetivo fundamental no era graduar teólogos sino preparar predicadores, formar a jóvenes para el púlpito en los principios de una predicación cristocéntrica. Como claramente lo expresó él mismo en un discurso a los estudiantes graduados el 14 de Abril de 1891:

«El Espíritu Santo no viene para glorificarnos a nosotros o a una denominación en concreto; ni tan siquiera, creo yo, para glorificar un esquema doctrinal determinado. Viene para glorificar a Cristo. Y si queremos estar en consonancia con él, nuestra predicación ha de glorificar a Cristo».

Otra de sus preocupaciones fue la obra social. Dos de sus grandes amigos y consejeros en este aspecto fueron Hudson Taylor24 y George Muller de Bristol25. Fundó todo un entramado de organizaciones dedicadas a distribuir alimentos, ropa, y ayuda de todo tipo entre las clases pobres de la compleja sociedad victoriana en el Londres de mediados del siglo xix. Fundó el Stockwell Orphanage, que inauguró su ala masculina en 1867 y la femenina en 1879, donde más de 500 niños que de otra manera hubieran vagado por las calles de Londres, probablemente dedicados al pillaje y la prostitución, vivieron recogidos, alimentados y aprendiendo las enseñanzas de la Biblia. Aunque el orfanato como tal cerró sus puertas en Londres en 1979, su labor continua hasta el día de hoy con proyectos en Rumanía, Moldavia, Kenia y Uganda.

No obstante su dedicación fundamental, aparte de la predicación, fue el ministerio de la literatura.26 En 1855 la editorial londinense Passmore and Alabaster comenzó a publicar los sermones de Spurgeon semanalmente y a venderlos al coste de un penique, en lo que pronto se conoció como “Penny Pulpit”, “El púlpito a penique”, y solían venderse unos 25.000 ejemplares por semana. Luego eran publicados en la revista mensual The Sword and the Trowel27 y finalmente fueron agrupados en forma de libro hasta formar una colección de 63 volúmenes28 que sigue a la venta a día de hoy y de la se han vendido más de un millón de colecciones. Aparte de sus sermones, Spurgeon escribió muchos otros libros, buena parte de ellos traducidos al Español, como “Lecturas matutinas”, “Lecturas vespertinas” “El libro de cheques del banco de la fe”, “Discursos a mis estudiantes”, “Solamente de gracia” o “Buscadores de hombres”. Los sermones y libros de Spurgeon han sido traducidos a más de 20 idiomas. Pero la opus magna de su vida fue su comentario monumental a los salmos en 7 volúmenes, que presenta no sólo sus propias exposiciones al Salterio sino que cuenta además con transcripciones de otros autores cristianos desde los primeros siglos hasta su época. A finales del siglo xix se habían vendido ya por encima de 100.000 juegos y se estima que actualmente supera el millón.

Resumir la vida y obra de C. H. Spurgeon en unas pocas páginas es tarea poco menos que imposible. Su Autobiografía, compilada de su diario personal, cartas, registros, notas de su esposa, etc. y publicada en 1897, llena cuatro gruesos volúmenes. Y las demás biografías escritas por numerosos autores en diversos idiomas, llenan varios estantes de biblioteca. Introduciendo la palabra “Spurgeon” en un buscador de internet aparecen ocho millones de páginas en menos de 0,20 segundos29.

Nuestro propósito ha sido únicamente proporcionar al lector unos breves apuntes biográficos sobre la peculiar vida de este peculiar autor, cuyo mensaje sigue siendo hoy en día igual de relevante que en su época, y cuya voz sigue hablando a los líderes cristianos del siglo xxi en el mismo tono alto y claro en que lo hiciera a sus contemporáneos en el siglo xix.

Cerramos, pues con las palabras de uno de los grandes admiradores y estudiosos de Spurgeon en nuestra época, a su vez uno de los líderes cristianos más reconocidos y valorados del siglo xxi, John Piper:

«Spurgeon se erige todavía como el mejor testimonio de lo que sucede cuando el líder cristiano basa su ministerio en un amor centrado en Dios, en la exaltación de Cristo, y una llama de amor hacia el pueblo inflamada por las verdades reveladas en la Escritura».30


1 Tanto su padre John Spurgeon [1811-1902] como su abuelo James Spurgeon [1776-1864] fueron pastores Congregacionalistas de origen puritano.

2 Publicada por CLIE en español en dos partes con los títulos de “El Peregrino” y “La Peregrina”.

3 Números 21:9.

4 A pesar de que Spurgeon pasó a formar parte oficialmente de la denominación bautista, su teología continuó siendo más o menos calvinista. Aunque él prefería etiquetarse a sí mismo simplemente como “cristiano”: «No me avergüenzo en absoluto de confesar que soy calvinista, –dijo en cierta ocasión– como tampoco de reconocerme Bautista. Pero si alguien me pregunta cuál es mi credo, respondo simplemente: ‘Jesucristo’».

5 [W. Y. Fullerton, “Charles H. Spurgeon: London’s Most Popular Preacher”. 1966].

6 Estas cifras pueden parecernos relativas y limitadas en comparación con algunas de nuestras iglesias hoy en día. Pero estamos hablando del siglo xix, y durante muchos años, hasta entrado el siglo xx, el Metropolitan Tabernacle fue la congregación protestante con mayor número de fieles en el mundo.

7 [The Banner of Truth, nº 293, In the Furnace of Unbelieving Theology, (16-18). Febrero 1988].

8 Ambos lo siguieron en el ministerio. Thomas, también elocuente predicador, le sucedió en el púlpito y pastorado del Metropolitan Tabernacle durante 15 años. Charles Jr., con un corazón más inclinado a la obra social, se hizo cargo del orfanato.

9 Lamentablemente Susannah enfermó de parálisis a la edad de 33 años, lo cual le impedía incluso asistir a los cultos para escucharlo la mayoría de las veces. Pero no le privó de ser el brazo derecho de su ministerio, ayudándolo en todo lo que pudo y erigiéndose en continuadora de su ministerio de literatura después de su muerte. Puso en marcha una fundación con el objetivo de proporcionar gratuitamente libros a los pastores que no contaran con medios económicos para adquirirlos.

10 A este incidente se refiere repetidamente el propio Spurgeon en “El Tesoro de David” al comentar los versículos 3-5 del Salmo 18, que no en vano titula “Una mirada agradecida”, y donde explica cómo el mensaje divino a través de los Salmos le fue clave a la hora de superarlo.

11 Esta polémica se conoce como la Down-Grade Controversy, y surgió a raíz de una serie de artículos de Spurgeon publicados en su revista “The Sword and the Trowel”, “La espada y la pala” (título en alusión a Nehemías 4:17), en los que arremetía contra teólogos bautistas por su aceptación de las nuevas ideas sobre la evolución, sus conceptos unitarios y otras posturas liberales en cuestiones de crítica bíblica.

12 Sobre el peculiar sentido de humor de Spurgeon hay docenas de anécdotas. Se cuenta que en cierta ocasión escuchó un concierto de un conjunto musical que según le dijeron replicaba, con instrumentos construidos para la ocasión, la música de David. Al finalizar el concierto, Spurgeon comentó «Si así era como tocaba David, no me extraña que Saúl le arrojara una lanza». En otra ocasión, dando clase de homilética a sus estudiantes y enfatizándoles cómo los gestos y las expresiones del rostro del predicador deben ser acordes con la idea expresada les dijo: «Cuando habléis de la salvación, del cielo, de la esperanza futura, debéis poner cara alegre y sonriente. Para cuando habléis de la condenación y del infierno, basta con que pongáis la misma cara que ponéis ahora».

13 Durante la epidemia de peste que asoló la ciudad de Londres en 1854, poco después de que Spurgeon aceptara el pastorado de New Park Street Baptist Church, el joven predicador demostró una entrega hacia los demás, a la vez que una valentía y arrojo muy por encima de lo común. Ver sobre este hecho los comentarios del propio Spurgeon al Salmo 91:9-10.

14 [Rusell H. Conwell [1843-1925], The Life of Charles Haddon Spurgeon. Edgewood Pub. Co. Philadelphia, Estados Unidos, 1892].

15 Ver nota completa sobre Spurgeon y la sanidad divina en el Salmo 91:3.

16 De hecho, Spurgeon nunca vistió ropas clericales con la única excepción de cuando visitó Ginebra y predicó desde el púlpito de Calvino.

17 Spurgeon padecía de gota y de lo que en su época se conocía como “enfermedad de Bright”, una enfermedad renal descrita en la medicina moderna como una Nefritis degenerativa.

18 Se refiere al West Norwood Cementery de Londres donde fue enterrado C.H. Spurgeon. Inaugurado en 1836, forma parte de los llamados “Magnificent Seven”, “Siete Magníficos”, nombre aplicado por la terminología popular al conjunto de siete enormes cementerios abiertos en Londres en el siglo xix ante la incapacidad de que los pequeños cementerios parroquiales pudieran acoger más difuntos.

19 Spurgeon poseía de una voz privilegiada y de una potencia asombrosa. Predicaba a diario (a menudo más de 10 veces en una semana) ante auditorios de 10.000 a 15.000 personas y llegó a predicar en el Crystal Palace ante 24.654 personas en una época en la que no existía ningún aparato electrónico de amplificación del sonido. Se calcula que a lo largo de su vida llegó a predicar a más de diez millones de personas. Su hijo Thomas heredó la misma voz que su padre, por lo que la Edison-Bell Recording Co. lo persuadió para que grabara el último párrafo del último sermón predicado por su padre Charles. De lo que existe grabado, es lo más aproximado que nos permita imaginar cómo debió de ser la voz de Spurgeon.

20 Juan 4:35.

21 Filipenses 2:17.

22 Santiago 1:12; 1ª Tesalonicenses 2:19, 20; 1ª Pedro 5:4.

23 Acudió de joven a la universidad con la intención de matricularse, pero una asistenta le indicó incorrectamente la habitación a la que debía dirigirse, donde se suponía que el rector estaba aguardándole para entrevistarlo. El incidente lo llevó a no presentar de nuevo su solicitud de admisión, convencido de que Dios le estaba diciendo: “¿Buscas acaso grandes cosas para ti mismo? ¡No las busques!”. No obstante, estudió griego y latín.

24 Hudson Taylor [1832-1905] fue el fundador de la China Inland Mission. Inició 125 escuelas y 300 puntos de misión en China. Fue uno de los misioneros más insignes y entregados en el siglo xix.

25 George Muller [1805-1898], apodado “de Bristol” porque fue en esa ciudad de Inglaterra donde llevó a cabo su ministerio, fue un pastor inglés que desarrolló una extensa obra de hogares orfanatos para niños dependiendo únicamente de la fe, que llegaron a albergar más de 2.000 niños.

26 Spurgeon solía trabajar hasta 16 horas diarias y ocasionalmente hasta 18. El famoso explorador David Livingstone le preguntó en cierta ocasión: «¿Cómo se las arregla para hacer el trabajo de dos hombres en un mismo día?», a lo que Spurgeon contestó «Hago dos jornadas».

27The Sword and the Trowel”, “La espada y la pala” (Nehemías 4:17), que Spurgeon puso en marcha en 1865 era la revista mensual del Metropilitan Tabernacle, y ha venido publicándose ininterrumpidamente hasta el día de hoy. Es, sin duda alguna, una revista muy leída y apreciada por pastores y líderes en todo el mundo.

28 Con cerca de 25 millones de palabras, los 63 volúmenes de la colección de Sermones de C.H. Spurgeon, (disponible hasta el presente únicamente en inglés aunque CLIE tiene publicados ya dos volúmenes en español), se erige como la mayor producción literaria escrita por un solo autor en toda la historia de la cristiandad.

29 [Octubre de 2014].

30 John Piper, palabras finales de su clase magistral titulada “La Vida y ministerio de Charles Spurgeon”, en la sesión inaugural del Reformed Theological Seminary en Orlando, Florida, Estados Unidos el 10 de Abril del 2013. Piper ha dictado numerosas conferencias y seminarios sobre la vida y obra de Spurgeon, entre ellos la también magistral exposición “Charles Spurgeon: Preaching Through Adversity”, “Charles Spurgeon: Predicando en medio de la adversidad”, en la prestigiosa conferencia para pastores de Bethleem, en Minneapolis (Minnesota), Estados Unidos.