Investigar con Historias de Vida

Investigar
con Historias de Vida

Metodología biográfico-narrativa

Anabel Moriña

NARCEA, S. A. DE EDICIONES
MADRID

© NARCEA, S.A. DE EDICIONES, 2017

Fotografía de cubierta: IngImage

ISBN papel: 978-84-277-2234-7

Todos los derechos reservados

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Índice

PRÓLOGO. Antonio Bolívar Botia

INTRODUCCIÓN

1. Señas de identidad de la investigación biográfico-narrativa

El derecho a ser oídos. Grupos oprimidos y vulnerables a los que se les da voz

La subjetividad reconocida y valorada

Las relaciones en la investigación. ¿Cambiamos el juego o cambiamos las reglas del juego?

La investigación de la incomodidad. ¿Planteamientos emancipadores en los métodos narrativos?

2. Alcance y usos de las historias de vida

Formas de hacer investigación narrativa

Sobre la historia y usos de las historias de vida. ¿Propósitos ideográficos o nomotéticos?

3. Problematizando las historias de vida. Hacer preguntas para encontrar respuestas

¿Cuántas historias de vida? Acerca de la muestra

El consentimiento ¿es realmente informado?

La dialéctica de lo relacional

Cómo transcribimos. ¿Textos literales o editados?

¿Sujetos o participantes?

4. Diferentes técnicas de recogida de datos. Cómo hacemos oír la voces

La entrevista biográfica

La entrevista a otros informantes

El auto-informe

Un día en la vida de

La línea de vida

La fotografía. Su uso en las historias de vida

5. El análisis de los datos. Enfoque paradigmático versus narrativo

Análisis paradigmático de datos

Análisis narrativo de datos

6. Modalidades de escritura en las historias de vida. De la palabra al texto

Escribir historias de vida. ¿Comentadas o neutrales?

¿Relatos de dominación o relatos de oposición?

Acerca de la voz. Estilos en función de la voz

Estructura de las historias de vida. Modelos de escritura

¿Cómo se utiliza la información recogida? Sobre el uso de los verbatims

7. Cuestiones éticas en la investigación con historias de vida. El antes, el durante y el después

Origen de la ética de la investigación

Ética de proceso y ética en la práctica

Al elegir el tema, ¿qué derecho tengo a iniciar la investigación? ¿A quién beneficia el estudio?

La negociación del estudio, ¿es suficiente con el consentimiento informado?

Sobre revelar o no la identidad, ¿anonimato revisado?

No es lo mismo confidencialidad que anonimato

Ser honesto pero no cruel

Ética de la representación y ética relacional

De quiénes son propiedad las historias de vida y la investigación

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Prólogo

Aunque es complicado hablar directamente de la historia de una vida, podemos hablar de ella indirectamente a través de la poética del relato. La historia de vida se convierte, de este modo, en una historia contada.

RICOEUR, Historia y narratividad

Los seres humanos leen e interpretan su propia experiencia y la de los otros en forma de relatos de vida. De modo similar a los relatos literarios de ficción, el de una vida, como historia narrada, expresa el quién de la acción. Narrar la historia de una vida es una autointepretación de lo que somos, una puesta en escena a través de la narración. Como bien ha argumentado Paul Ricoeur, la vida humana se unifica narrando una historia con sentido, en la que el narrador se reconoce como personaje de su propia historia y –por ello mismo– como autor de sus propios actos.

Me complace hacer el prólogo de este libro y aconsejar su empleo por varias razones, pero fundamentalmente por una: estar de acuerdo con sus planteamientos, las tesis que defiende y los modos de investigar que describe. Anabel sostiene en todo el texto la pertinencia epistemológica de la investigación biográfico-narrativa en educación, que justifican el empleo de los relatos de vida y otros medios (auto)biográficos para construir historias de vida. Nos convence del potencial inexplorado que encierran, animándonos a explorarlo, siempre que se empleen adecuadamente, que es también de lo que trata su libro.

Cuestiones clave que la autora plantea en su libro son los dilemas de conjugar los puntos de vista de los investigados, siempre singulares, y el del investigador, que aspira a lo común. El investigador se encuentra situado entre sus experiencias y voces del campo y su esfuerzo por dar sentido a lo vivido/ recogido. La selección de episodios, voces, observaciones, y especialmente su ordenación y conjunción, junto con la interpretación, es una tarea compleja, señalando la autora vías para recorrerla. Construir un informe de investigación, como texto narrativo, es realizar una interpretación hermenéutica, donde cada parte adquiere su significado en función del todo, y el informe como totalidad depende –a su vez– del significado de cada parte.

La autora, a lo largo del texto, hace hincapié en la diferencia entre relato de vida (life story) e historia de vida (life history). La gente cuenta historias de sus vidas, los investigadores –en cambio– deben convertir estos relatos (stories), con el adecuado tratamiento metodológico, en historias de vida (life histories). Como modo propio de organizar el conocimiento, el problema metodológico es convertir el material narrativo (normalmente verbal) en historias de vida. La tarea del investigador es construir un nuevo relato (story), que es el informe de investigación (history), como resultado de haber conjuntado, de acuerdo con la metodología apropiada, el conjunto de relatos de acciones en una genealogía del contexto que lo comprende, como ha subrayado Goodson.

Me satisface especialmente el acento que, desde el comienzo y a lo largo del texto, pone en vincular las historias de vida con dar la voz a aquellos que han sido silenciados por la investigación convencional, marginados o en situación de vulnerabilidad en la vida social. Lo que no quiere indicar que puedan emplearse en situaciones comunes. Desde sus orígenes en la Escuela de Chicago, las historias de vida han sido un medio para dar la voz y autor-idad a los que se les ha negado por los medios convencionales escritos (vencidos, represaliados por las dictaduras, excluidos por el sistema social y/o escolar). La autora habla desde la investigación sobre la discapacidad, y de las dificultades que encuentran para integrarse, lo que la hace especialmente receptiva a estas dimensiones éticas.

Me importa destacar la preocupación por la ética de la investigación biográfica a lo largo de todo el texto y a la que dedica específicamente el último capítulo. Sensible al respeto y consentimiento del otro, hemos de estar vigilantes para que, como advirtió Foucault, las técnicas del querer saber sobre el Otro, no sean al tiempo posiciones de poder. Ética que llega, como estimo, a cuestionar el empleo –sin consultar– el anonimato de los entrevistados, que se apropia de las voces, sin permiso, y niega la identidad. Las voces tienen un sujeto, que no puede ser silenciado. Como advierte la autora, preservar la confidencialidad es obligado, el anonimato sin más es negar la autoría de la voz. Reconocerlo podría llevar, como ya hizo en 1982 Maurizio Catani en su ejemplar historia social de Francia a través de la voz de la tía Susana, a hacerla coautora del libro.

Sin abandonar en ningún momento los cánones académicos (como investigadora universitaria que es), ha sabido acercar el saber acumulado y la práctica investigadora en el contexto internacional y español sobre las historias de vida. Señala caminos a modo de guía para que cada uno recorra con los instrumentos que proporciona o las referencias (numerosas) para ampliarlos.

El libro es consciente de la dificultad de “representar las voces de los Otros”, una vez caídas las formas paradigmáticas de re-presentación en la modernidad, y la inseguridad (epistemológica) de las nuevas configuraciones (auto) biográficas. Esto afecta, como defiende la autora, a “cambiar las reglas del juego”, por formas más igualitarias y democráticas de investigación, investigar con los otros y no sobre los otros. Desde la investigación sobre discapacidad se vive la necesidad de ponerse en el lugar del Otro e implicarse en la situación vivida, para ayudar a emanciparlos o darles instrumentos que lo empoderen para ello.

En su libro El aroma del tiempo, el filósofo Byung-Chul Han analiza cómo el tiempo no sólo se ha acelerado sino que se ha atomizado, perdiendo el elemento que lo cohesiona, que lo unifica en una duración, lo que impide una narración coherente: “el tiempo narrado se descompone en una cronología vacía de acontecimientos. Deberíamos hablar de una enumeración, más que de una narración”, señala. Esta des-temporalización impediría hacer un relato coherente de sus vidas. El futuro dirá sobre los nuevos modos en que los humanos hacen de su vida una historia y, si esta ingravidez del tiempo, supone –como sugiere– el fin de la narratividad.

Por lo pronto, nos encontramos con humanos que tienen sus historias y estas son, particularmente en casos marginados, un medio privilegiado para conocer su mundo. La obra que prologamos, en sus distintas “piezas” o capítulos que lo componen, da elementos suficientes para escuchar, recoger y analizar relatos de vida, y –como investigadores– escribir “historias de vida”. Por el modo como está escrito, sencillo, accesible y académico al tiempo, será una buena guía para que aquellas personas que se introduzcan en este mundo.

ANTONIO BOLÍVAR

Catedrático de Didáctica y Organización Escolar
Universidad de Granada

Introducción

Todas las personas tiene una historia que contar sobre su vida (Atkinson, 2007; Gubrium, & Hostein, 1998; Kenyon & Randall, 1997). Bruner en 1986 estableció la diferencia entre dos formas de conocimiento: una la paradigmática y otra la narrativa. Basándose en esta dicotomía, Bolívar (2002) explica que el modo paradigmático de conocer, de acuerdo con la tradición lógico-científica, se expresa en un conocimiento proposicional, normalmente, regido por reglas, máximas o principios prescriptivos. Por el contrario, el segundo, el modo narrativo, se caracteriza por presentar la experiencia de las personas, mediante una secuencia de eventos en tiempos y lugares, donde los relatos biográfico-narrativos son los medios privilegiados de conocimiento e investigación.

Este libro se centra en este segundo tipo de conocimiento: el narrativo. Tomando como forma de conocer el mundo de Otros, opta por la historia de vida1 como metodología de investigación. Alguno de los retos ha consistido en propiciar la implicación de las personas que participan en la investigación, pasando de denominarse sujetos, a participantes o protagonistas en los procesos de construcción de conocimiento. En otros casos, se ha favorecido la democratización de la investigación, teniendo cabida en ésta múltiples perspectivas y voces, y colaborando los participantes en la toma de decisiones sobre qué y cómo investigar.

Bruner (1986) concluye que es posible entender la vida de tres formas:

La vida como es vivida (lo que de hecho sucedió).

La vida como se experimenta (las imágenes, sentimientos, deseos, pensamientos y significados conocidos por la persona de quién es la vida).

La vida como es contada (narrativa).

En definitiva, una historia de vida o cualquier acontecimiento personal son una historia, una representación de una vida en un momento dado, antes que la vida en sí misma.

No resulta extraño pues, que en lugar de hacer uso de conceptos como biográfico-narrativo, historias de vidas o relatos biográficos, se utilice el término narrativa. Éste, de acuerdo con Riessman (2008), adopta múltiples significados y es usado en una variedad de formas por disciplinas diferentes. A menudo se emplea como sinónimo de “historia”. Según este autor la investigación narrativa constituye un modo más democrático y natural de investigación ya que otorga representación a las voces de los protagonistas, quienes, es posible decir, se constituyen en co-investigadores de sus propias vidas.

La narrativa personal se puede entender como una forma de usar el lenguaje u otro sistema simbólico para impregnar los eventos de vida con un orden temporal y lógico, para desmitificarlos y establecer coherencia entre el pasado, el presente y una experiencia aún sin realizar. La diferencia entre contar una historia sobre otro y contar una historia con otro es importante (Oachs & Capps, 2001), al igual que investigar sobre e investigar con. Sobre estos temas profundizaré en próximas páginas.

Este no es un libro sobre historia de las historias de vida (life history), ni es un libro completo y exhaustivo sobre qué y cómo hacer historias de vida. En la literatura científica hay excelentes aportaciones que pueden ser consultadas en este sentido. En el contexto español, por ejemplo, las publicaciones de Pujadas (2002) o Bolívar, Domingo, y Fernández (2001); en la literatura internacional, el Handbook of Narrative Inquiry editado por Clandinin (2007), o el International Handbook on Narrative and Life History (Goodson, Antikainen, Sikes, & Andrews, 2017), o el trabajo de Plummer (2001).

Esta obra, por el contrario, hace un uso selectivo de diferentes cuestiones metodológicas imprescindibles o “problemáticas” referidas a la construcción de historias de vida, aprendidas a lo largo de los años que he estado investigando con este tipo de metodología (ya fuera por mi participación en proyectos de investigación haciendo uso de historias de vida, o por mi experiencia en formación con profesorado preocupado por el uso de esta metodología).

El libro en sí responde a diferentes apartados que pueden ser considerados en un proyecto de investigación. Comienza contextualizando la historia de vida en su enfoque más inmediato, el cualitativo, y, dentro de éste, la investigación crítica o emancipadora, a través de la metodología biográfico-narrativa. Posteriormente, describe las formas de hacer investigación narrativa, el alcance y el uso de éstas. Es a partir de este momento cuando el libro comienza a girar exclusivamente en torno a historias de vida (life history). Para ello se dedica un apartado a distintas cuestiones que preocupan a la hora de investigar con narrativas: ¿Cuántas historias de vida? ¿Es el consentimiento realmente informado? ¿La dialéctica de lo relacional? ¿Cómo transcribimos? ¿Sujetos o participantes?

A continuación se describen diferentes instrumentos que pueden utilizarse para recoger la información narrada en las historias (entrevista biográfica, entrevista a otros informantes, auto-informe, un día en la vida de…, la línea de vida y la fotografía). En un nuevo apartado, se diferencia entre el análisis de datos siguiendo un enfoque paradigmático y narrativo. Una vez planteados estos dos tipos de análisis se dedica un espacio a presentar las distintas modalidades que se pueden seguir cuando se escriben historias de vida.

Por último, la obra finaliza con un apartado sobre ética de la investigación. En él se abordan planteamientos referidos a cuestiones éticas a tener en cuenta antes, durante y después de investigar con historias de vida.

El libro no tiene únicamente un enfoque teórico, sino que también va acompañado de ejemplos prácticos. A lo largo de las páginas del mismo, voy introduciendo cuestiones prácticas relacionadas con mi propia experiencia en el uso de historias de vida. En algunas ocasiones, se presentan temas dilemáticos y que me preocupan, en otras se introducen ejemplos concretos de herramientas que se pueden usar en los estudios (como consentimientos informados, guiones de entrevistas o sistemas de categorías para el análisis de datos). Una gran parte de los instrumentos que se ofrecen están vinculados a un proyecto de investigación, basado en la metodología biográfico-narrativa: “Barreras y ayudas que los estudiantes con discapacidad identifican en la Universidad”2. No es extraño, pues, por mi propia trayectoria, vinculada a la atención a la diversidad (en los últimos años, centrada en las personas con discapacidad) y a la educación inclusiva, que en el texto se haga referencia explícita a estos tópicos.

Por último, queda decir que esta obra ha sido escrita pensando en responder a cuestiones que las personas interesadas en este tipo de metodología (estudiantes de Grado, Máster o Doctorado y equipos de investigación) puedan hacerse o haberse hecho a la hora de investigar con historias de vida. Por tanto, podrá servir de ayuda a la hora de emprender un estudio de estas características. No obstante, es posible que algunas preguntas puedan quedar sin respuesta o que surjan nuevas incertidumbres y/o retos sobre los que convenga seguir profundizando.

1 En próximas páginas se explicará qué es una historia de vida y en qué se diferencia de otras formas de hacer investigación biográfico-narrativa.

2 Esta investigación, finalizada en diciembre de 2014, tenía como propósito estudiar, desde la perspectiva de estudiantes universitarios con discapacidad, las barreras y ayudas que identificaban en su acceso, trayectoria y resultados en la Universidad. Nos planteábamos en primer lugar, analizar cómo la Universidad como institución puede facilitar u obstaculizar los procesos de formación de este alumnado. En segundo lugar, pretendíamos investigar cómo los procesos de enseñanza y aprendizaje, actitudes, relaciones, etc., que tenían lugar en las aulas universitarias podían influir en los procesos de aprendizaje y participación. En este sentido, el equipo de investigación se propuso identificar y explicar, dando voz a este grupo de estudiantes, mediante técnicas de investigación basadas en la metodología biográfico-narrativa, cuáles eran los factores que percibían como obstáculos o ayudas en la universidad y en las aulas, y por qué los identificaban como tales.

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Señas de identidad de la investigación biográfico-narrativa

Para comenzar a presentar la investigación biográfico-narrativa me gustaría exponer cuatro tipos de planteamientos que la hacen diferente de otros tipos de investigación y que podrían constituirse como señas de identidad de la misma. La primera se refiere a que este tipo de estudios privilegia escuchar las voces de personas silenciadas en los discursos científicos, por tratarse de grupos oprimidos o vulnerables. La segunda tiene que ver con la importancia de incluir la subjetividad en el proceso de comprensión de la realidad de la persona que narra su historia. Es decir, la subjetividad es reconocida y valorada. La tercera cuestión está relacionada con las relaciones en la investigación, que deben estar basadas en procesos democráticos y en los que las personas que participan en la investigación adopten un papel activo (desde el enfoque de objetos de la investigación, a representantes y participantes en ésta). La aproximación narrativa posibilita establecer, en el desarrollo de la investigación, un cambio en la estructura de poder tradicional y en la forma de entender la producción de conocimiento. Por último, se tiene en cuenta la investigación narrativa como enfoque emancipador, ya que más que a describir o interpretar, la investigación debe contribuir a transformar el mundo.

EL DERECHO A SER OÍDOS.
GRUPOS OPRIMIDOS Y VULNERABLES A LOS QUE SE LES DA VOZ

Como argumentan Lincoln y Denzin (1994), las voces oprimidas y silenciadas en el discurso académico pueden participar ahora de éste. Para hacer oír estas voces, los métodos narrativos se presentan como idóneos. De hecho, el tema de dar voz es una seña de identidad de este tipo de métodos. En este terreno se ha llegado a decir que los métodos narrativos privilegian escuchar las voces de personas que tradicionalmente han estado silenciadas, pudiendo ser el caso de grupos vulnerables u oprimidos, como personas con discapacidad, mujeres o infancia, entre otros.

A este respecto Booth (1998) plantea la “tesis de la voz excluida”. Según este autor los métodos narrativos facilitan el acceso a los puntos de vista y las experiencias de los grupos oprimidos que carecen del poder de hacer oír sus voces con los sistemas tradicionales del discurso académico. Shah y Priestley (2011) coinciden en este argumento enfatizando la importancia de escuchar las historias de vida de grupos que históricamente no han estado presentes en el discurso científico, como es el caso del colectivo de personas con discapacidad.

Desde otra postura, Plummer (1983) sostiene que los buenos informadores deben expresarse honestamente, ser capaces de verbalizar y tener una “buena historia que contar”. Sin embargo, Booth (1998) cuestiona este argumento y se pregunta, ¿cómo se puede dar voz a personas que carecen de palabras? Booth asume que este planteamiento puede llevar a pensar a muchos investigadores e investigadoras que los métodos narrativos son inadecuados, por ejemplo, para personas con dificultades de expresión. Y esto le lleva a considerar, como Baron (1991) explica, que precisamente quienes más necesitan que se escuchen sus historias tal vez sean quienes tienen menos capacidades para contarlas. Es decir, si tuviéramos en cuenta la sugerencia de Plummer (1983), llegaríamos a reproducir el discurso dominante y a excluir de la investigación a aquellos grupos que precisamente más necesitan ser escuchados.

No obstante, es cierto, siguiendo a Bertaux (1981), que un buen relato de vida es aquel en el que quien es entrevistado se hace con el control de la entrevista y habla libremente. Pero esto no significa que se deba excluir de la investigación a personas a las que no les resulta fácil mostrar esta competencia. Cuando las personas cuentan, por ejemplo, con poca fluidez verbal, puede suponer un trabajo más arduo para quién investiga: en la forma en la que se conducen las entrevistas (ya que para integrar a quien narra se necesitan otras técnicas que no sea simplemente hablar), en la cantidad de tiempo que conlleva recoger un relato de vida o en la forma en que ésta se redacta. Pero no por ello debe excluirse su participación. Pueden utilizarse otros instrumentos de recogida de datos más participativos como, por ejemplo, la fotografía.

Como veremos en el apartado cuarto de este libro, en relación con el uso de diferentes instrumentos de recogida de datos, existen técnicas de recogida de datos que facilitan el proceso de investigación a personas que tienen dificultades de expresión. Además, se puede probar con otros recursos a la hora de analizar o escribir las historias de vida.

LA SUBJETIVIDAD RECONOCIDA Y VALORADA

Otra cuestión en torno a los métodos narrativos e historias de vidas está referida a la subjetividad. De hecho, Booth (1998) explica que el método narrativo es aquel que pretende describir la experiencia subjetiva de las personas de una forma fiel al sentido que éstas dan. En este método, la subjetividad es reconocida y valorada (Atkinson, 2007; Goodley, 1996, 1999). Con este tipo de investigación surge una crisis de los modos paradigmáticos establecidos de conocer, donde se replantea el papel del investigador o investigadora y la necesidad de incluir la subjetividad para comprender la realidad de las personas que narran sus historias.

Los investigadores e investigadoras trabajan para obtener conocimiento “interior” de la vida social que estudian (Hammersley, Gomm, & Woods, 1994). Para mostrar las perspectivas de las personas y sus experiencias, quien investiga debe estar cerca de los grupos; debe vivir con ellos, mirar el mundo desde sus puntos de vista, desde sus inconsistencias, ambigüedades y contradicciones en sus formas de decir, hacer y ser, explorar la naturaleza y extensión de sus intereses, y comprender las relaciones entre los roles de las personas estudiadas. El investigador o investigadora intenta apreciar la cultura de esos grupos. Y por ello, ¿debe llegar a ser nativo?, ¿cómo acceder al mundo de los otros?

Hasta hace poco se hablaba en la investigación cualitativa sobre la máxima de “volvernos nativos”. Existía una preocupación por llegar a ser como los Otros. Hoy esta expresión es inapropiada e impensable: ¿cómo llegar a ser incivilizados seres civilizados?, ¿cómo, por ejemplo, quién estudia la cultura gitana puede llegar a actuar, pensar, sentir como si fuera gitano o gitana? Estas palabras ya no se usan y hoy hay un mayor énfasis en escuchar, en representar las voces de los Otros. Se intenta vivir más cerca de las vidas de las personas que participan en las investigaciones, pasando más tiempo en esos espacios, para comprender cómo han sido construidos sus mundos. Se usan estrategias y técnicas que faciliten y permitan adentrarse en el espacio personal y vital de los Otros (entrevistas informales, observaciones directas, narraciones personales, fotografías, etc.). Pero no es posible vivir esas vidas. Además, los investigadores e investigadoras no pueden dejar al margen su vida habitual cuando observan, interpretan y redactan sus trabajos (Stake, 1998), ¿cómo olvidar, y no ver el mundo desde sus parámetros?

Para hablar con autenticidad de las experiencias de los Otros, en los estudios se introduce al Otro en el proceso de investigación. Lincoln & Denzin (1994) sugieren que esto supone diferentes interpretaciones, dependiendo de quién investiga. Para unos, significa esfuerzos participativos o colaborativos, investigación y evaluación. Para otros, implica una forma de investigación libertadora donde los Otros son formados para comprometerse en sus propios esfuerzos interrogativos sociales e históricos y tienen la oportunidad de responder a cuestiones de opresión histórica y contemporánea. Son, por ejemplo, investigaciones sobre discapacidad realizadas por investigadores o investigadoras con discapacidad (Oliver, 1996) o investigaciones sobre las desigualdades hacia la mujer emprendidas por investigadoras feministas (Peters, 1998).

Goodley (1999) comenta que desde el feminismo se presenta una postura más radical y, cómo en ciertas corrientes del feminismo, argumenta que sólo las investigadoras pueden realmente captar el mundo de las mujeres que participan en la investigación, porque ellas, como sus participantes, experimentan y conocen cómo se sienten al ser mujeres en una sociedad patriarcal. Esta es una cuestión controvertida, que deslegitimaría investigaciones, por ejemplo, sobre/con mujeres, en las que participen hombres; o investigaciones sobre/con personas con discapacidad en las que los miembros del equipo de investigación no tienen una discapacidad.