Cubierta

De pastor a pastor
principios para ser un pastor según el corazón de Dios

Hernandes Dias

EDITORIAL CLIE
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© 2013 por Hernandes Dias Lopes
Publicado por la Editora Hagnos Ltda, avenida Jacinto Júlio, 27
Cep 04815-160, São Paulo, SP, Brasil con el título
De pastor; A: pastor
Esta edición es publicada con autorización por contrato con la Editora Hagnos Ltda.

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DE PASTOR A PASTOR. Principios para ser un pastor según el corazón de Dios
ISBN: 978-84-8267-854-2
MINISTERIOS CRISTIANOS
Recursos Pastorales
Referencia: 224813

CONTENIDO

Prefacio

Capítulo 1. Los peligros del pastor

Capítulo 2. La vocación del pastor

Capítulo 3. La preparación del pastor

Capítulo 4. La vida devocional del pastor

Capítulo 5. Los atributos del pastor

Capítulo 6. Los sufrimientos del pastor

Capitulo 7. Los compromisos del pastor

Capítulo 8. El salario del pastor

Prefacio

Este libro es un grito de mi alma y el sollozo de mi corazón. Fue escrito con dolor e inclusive, a veces, con lágrimas. Por otro lado, lo escribí con un sentimiento de profunda alegría y gratitud.

Estoy convencido de que ser pastor es un privilegio bendito y una gran responsabilidad. Ser embajador de Dios y ministro de la reconciliación es la misión más noble, más sublime y más urgente que un hombre puede ejercer en la tierra. Ser portador de buenas nuevas, predicador del evangelio, consolador de los afligidos, edificador de los santos y pastor de almas es el puesto de más honra que el hombre puede ocupar su vida. Ninguna ventaja financiera debería desviarnos de esa tarea. Ninguna posición política, por más estratégica, debería encantarnos al punto de desviarnos del ministerio de la Palabra. Charles Spurgeon decía a sus alumnos: "Hijos míos, si la reina de Inglaterra os invita para que seáis embajadores en cualquier país del mundo, no os rebajéis de puesto, dejando de ser embajadores del Rey de reyes y del Señor de señores".

Estoy convencido de que la necesidad más grande que tenemos en la iglesia contemporánea es de un gran despertamiento espiritual en la vida de los pastores. Si los pastores no tienen palos secos para quemar, hasta la leña verde se encenderá. Estoy de acuerdo con Dwight Moody cuando dijo que el despertar de una iglesia empieza cuando se prende una hoguera en el púlpito. Si de un lado los obreros son el principal problema de la obra; del otro, también ellos son el principal instrumento para el crecimiento de la obra. ¡Necesitamos desesperadamente de un avivamiento en el púlpito!

Necesitamos pastores que amen a Dios más que a su éxito personal. Necesitamos pastores que se fatiguen en la Palabra y traigan alimento nutritivo para el pueblo. Necesitamos pastores que conozcan la intimidad de Dios por la oración y sean ejemplo de piedad para el rebaño. Necesitamos pastores que den la vida por el rebaño en lugar de explotar al rebaño. Necesitamos pastores que tengan valor de decir "no" cuando los demás estén diciendo "sí" y, decir "sí", cuando la mayoría dice "no". Necesitamos pastores que no se doblen al pragmatismo ni vendan su conciencia por dinero o éxito. Necesitamos pastores fieles y no pastores populares. Necesitamos hombres quebrantados y no astros ensimismados.

Quizás uno de los grandes problemas contemporáneos sea que tenemos muchas estrellas en la constelación de la grey evangélica.

Hay pastores a los que les gusta ser tratados como astros del cine y como actores de televisión. Sin embargo, es importante decir que las estrellas brillan donde el sol no está brillando. Donde el Sol de la Justicia brilla, no hay espacio para que el hombre brille. Dios no divide su gloria con nadie. Solamente Jesús debe ser exaltado en la iglesia. Toda la gloria dada al hombre es gloria vacía, es vanagloria. El culto a la personalidad es idolatría y una abominación para el Señor Jehová.

Mi ardiente expectativa es que los pastores sean los primeros en arreglar su vida con Dios, lloren entre el pórtico y el altar y clamen a Dios por un tiempo de restauración. El gran reavivamiento que vino sobre la Iglesia Coreana en el inicio del siglo veinte fue el resultado del quebrantamiento de los pastores. Soy testigo ocular de ese despertamiento espiritual glorioso en la iglesia coreana. Ha llegado el tiempo de que seamos conocidos como hombres de Dios como Elías y Eliseo. Ha llegado el tiempo de que las personas sean informadas que en la ciudad donde vivimos hay hombres de Dios de confianza como Samuel. Ha llegado el tiempo de que las personas reconozcan que la Palabra de Dios en nuestra boca es la verdad. Ha llegado el momento de ser hombres como Pablo, que predicaba con lágrimas y poder, ya sea en la prisión o en libertad, con dinero o teniendo privaciones, en la salud o cuando se es atacado por los espinos. Ha llegado el momento de que seamos pastores como Pedro que no vendía la gracia de Dios por dinero, no aceptaba ofrendas hipócritas y aún sin provisiones de plata y oro, veía el poder de Dios realizando grandes prodigios por medio suyo. Ha llegado el momento de ser pastores como

Juan el Bautista que estaba listo para perder la vida, pero jamás a negociar los absolutos de Dios en su ministerio. Ha llegado el tiempo de imitar al gran y supremo pastor de ovejas, Jesucristo, que fue manso y humilde de corazón, amó sus ovejas hasta el fin y dio su propia vida por ellas. ¡Que Dios nos de pastores según su corazón!

Hernandes Dias Lopes

Capítulo 1
Los peligros del pastor

He andado por todo Brasil y he predicado en centenas de iglesias, de muchas denominaciones. He conversado con centenas de pastores y líderes de la iglesia evangélica brasileña. He visto muchas cosas maravillosas: pastores fieles predicando con cuidado la Palabra de Dios, vidas siendo transformadas por la acción regeneradora del Espíritu Santo. He visto hogares siendo cambiados e iglesias siendo edificadas en la verdad. Pero, por otro lado, también he visto otro escenario. Un escenario gris y tempestuoso, señalando la presencia de una tempestad devastadora. Se trata de una crisis de integridad teológica y moral en la clase pastoral. Esa crisis está esparciéndose rápidamente como un rastro de pólvora, alcanzando a toda la iglesia. Las consecuencias de ese terremoto abalan las propias estructuras de la sociedad.

Viajo con determinada constancia a Canadá y Estados Unidos. A veces, cuando estoy en la inmigración y al decir que soy pastor, de inmediato soy dirigido a una sala especial, para dar aclaraciones más profundas sobre mis motivaciones para entrar en el país. Hace unos afios, el simple hecho de presentarse como pastor, las puertas se abrían; hoy las puertas se cierran. Conozco pastores a quienes se les impidió concretar la compra de un vehículo a crédito porque la empresa supo que el comprador era pastor. La clase pastoral vive la crisis del descrédito.

Hace unos afios cuando una joven era candidata para casarse con un pastor, era como un pasaporte para un matrimonio feliz. Hoy en día, casarse con un pastor es como un contrato de riesgo. Hay pastores que son espectaculares en el púlpito, pero en la casa tienen un resultado mediocre. Con las ovejas son amables, pero agresivos con la esposa. Hay muchos pastores con crisis en sus matrimonios. Hay muchos hijos de pastor rebeldes e inclusive decepcionados con la iglesia.

Tengo la convicción de que la crisis moral que afecta la humanidad salpica la iglesia y se refleja en la crisis moral que está presente en el ministerio pastoral. Una investigación reciente en Brasil sefialó que los políticos, la policía y los pastores son las tres clases más desacreditadas del Brasil. Estamos viviendo una inversión de valores. Estamos viviendo una crisis de integridad. Aquellos que deberían ser los guardianes de la ética tropiezan en ella. Aquellos que deberían ser el paradigma de una vida sin tacha están involucrados en escándalos vergonzosos.

Mi observación es que los pastores están bajo serios peligros y a continuación menciono algunos:

EXISTEN PASTORES NO CONVERTIDOS EN EL MINISTERIO

Es doloroso que algunos de aquellos que se levantan para predicar el evangelio a los demás no hayan sido alcanzados aún por el mismo evangelio. Hay quienes predican arrepentimiento sin que jamás lo hayan probado. Hay quienes anuncian la gracia sin que jamás hayan sido transformados por ella. Hay quienes conducen los perdidos a la salvación y aún están perdidos.1

Judas Iscariote fue apóstol de Jesús. Fue el único en el grupo que recibió un cargo de confianza. Fue nombrado para cuidar de la tesorería del grupo apostólico. Disfrutaba de la total confianza de los demás discípulos. Jamás hubo alguna sospecha sobre su integridad por parte de ellos. Aún en la cena, cuando Jesús lo señaló como el traidor, los otros discípulos no comprendieron de qué se trataba. Judas inicialmente lidero a los discípulos en un gesto de rebelión contra la actitud de María, que rompió un frasco de perfume, muy caro para ungir a Jesús. Él era un filántropo falso. Él era un ladrón. Su corazón no era recto ante Dios. Sus intenciones no estaban de acuerdo con los propósitos divinos. Con seguridad él le predicó a los demás, pero no se predicó a sí mismo. Llevó a otros a la salvación, pero él no fue alcanzado por la salvación. Él vivió una mentira. Su vida fue una falsedad. Su muerte fue una tragedia. Su destino fue la perdición.

En el siglo 17, Richard Baxter, un puritano de Escol en Inglaterra, en su famoso libro, El pastor aprobado, ya advertía hacia la existencia de pastores que tenían que nacer de nuevo. Jesús dijo al maestro de la religión judía, uno de los principales judíos, llamado Nicodemo, que, si no naciera de nuevo, no podría ver el Reino de Dios y, si él no naciera del agua y del Espíritu, no podría entrar en el Reino de Dios.2

Hace unos años, después de predicar en un congreso evangélico, un pastor vino a mi encuentro con la cara llena de lágrimas. Él me abrazó y me dijo: "Yo soy pastor hace años. Prediqué el evangelio a millares de personas. Llevé varias personas a Cristo, pero solamente hoy estoy pasando por la bendita experiencia del nuevo nacimiento. Aún no era un hombre convertido y salvo".

EXISTEN PASTORES QUE NO EJERCEN EL MINISTERIO POR VOCACIÓN

John Mackay, presidente del Seminario de Princeton, en New Jersey, en los Estados Unidos, en su libro El sentido de la vida, trata de esa gran y fundamental cuestión para la sociedad: la vocación. No podemos subestimar ese tema. Debe ser discutido en el hogar, en la iglesia, en la academia y en las más nobles instituciones humanas. El sentido de la vocación es uno de los sentidos superiores del hombre. Es el sentido que lo lleva a realizar, sin interés de por medio y denuedo, los más grandes trabajos. En los momentos sombríos, le da luz; en los transes difíciles, les da nuevo ánimo. En mi libro Mensajes seleccionados, menciono tres verdades importantes sobre la vocación. En primer lugar, la vocación es el vector que rige lo que escogemos. Vivimos en una sociedad embriagada por la ganancia. Las personas son valoradas por lo que poseen, y no por la dignidad del carácter.

El dinero y la ganancia se vuelven los vectores de las alternativas profesionales. En el mercado global y consumidor, la ganancia es el oxígeno que riega los pulmones de la sociedad. La riqueza en sí no satisface, pero el sentimiento del deber cumplido, movido por la palanca de la vocación, trae una alegría indescriptible.

En segundo lugar, la vocación es la conciencia de estar en el lugar correcto, haciendo las cosas correctas. Quizás el problema de la vocación sea el problema social más grave y urgente, aquel que constituye el fundamento de los demás. El problema social no es solamente una cuestión de división de riquezas, productos del trabajo, sino un problema de vocaciones, modos de producir. ¡Es una tragedia muy grande cuando una gran cantidad de hombres de un país busca cargos, en lugar de vocaciones!

En tercer lugar, la vocación puede ser tanto una inclinación como un llamado. De manera general se encuentra la vocación por medio de una de estas dos alternativas: el descubrimiento de una capacidad especial, o la visión de una necesidad urgente. La vocación para el ministerio es un llamado específico de Dios, unido por una necesidad urgente y una capacitación especial.

Existen muchos pastores que jamás fueron llamados por Dios para el ministerio. Ellos son voluntarios, pero no tienen vocación. Entraron por los portales del ministerio por influencias externas, y no por un llamado interno y eficaz del Espíritu Santo. Fueron motivados por la seducción del status ministerial o fueron movidos por el glamour del liderazgo pastoral, pero jamás fueron separados por Dios para este menester.

Existen aquellos que entran en el ministerio con la motivación equivocada. Abrazan el ministerio por causa de las ganancias; otros, debido a la fama; aún otros, por acomodación. Hay los que intentan exámenes de admisión para medicina, derecho, ingeniería y, por no conseguir éxito, concluyen que Dios los está llamando para el ministerio. Alabo la posición de John Jowett, cuando dice en su libro El predicador, su vida y su obra que la convicción del llamado y la seguridad de la vocación no suceden cuando vemos todas las puertas cerrándose y, después, contemplamos la puerta abierta del ministerio. Vocación es cuando usted tiene todas las demás puertas abiertas, pero solamente consigue ver la puerta del ministerio. Vocación es como cadenas invisibles. Usted no puede huir permanentemente de ese llamado. El profeta Jeremías intentó desistir de su ministerio, pero eso fue como fuego en sus huesos.

EXISTEN PASTORES PEREZOSOS EN EL MINISTERIO

Es lamentable que haya aquellos que abrazan la más sublime de las vocaciones y sean negligentes en su aplicación. Es deplorable que haya pastores que tienen las manos débiles en la más importante y urgente de las tareas. Es incomprensible que algunos que ejercen un trabajo que a los ángeles les gustaría hacer sean renuentes y demorados en la obra.

El ministerio es un trabajo excelente, pero también es un trabajo arduo.3 El apóstol Pablo dice Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble lonor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.4 Es importante destacar que el ejercicio del ministerio implica esmerarse en el estudio de la Palabra. Los perezosos jamás cavarán las profundidades de la verdad. Ellos jamás se van a esmerar en la búsqueda de alimento nutritivo para el pueblo. Ellos jamás se van a empeñar en proteger a las ovejas de Cristo.5

Pablo dice que Si alguno anhela obispado, buena obra desea.6 El pastoreo es una obra, y una excelente obra. No es una obra para gente perezosa, pero una obra que exige cualquier esfuerzo, todo empeño y todo cuidado.

Existen pastores que duermen demasiado, trabajan poco y quieren todas las recompensas. Quieren bonificaciones sin ningún esfuerzo. Quieren los laureles, pero jamás la fatiga. Quieren las ventajas, jamás el sacrificio. Es triste notar que muchos pastores no dan todo de sí mismos hasta el punto de quedar exhaustos. Son obreros descuidados, pastores de sí mismos, que se apacientan a sí mismos, en vez de pastorear el rebaño. Quieren facilidades y ventajas personales, sin que jamás inviertan su vida en la vida de las ovejas.7

EXISTEN PASTORES CODICIOSOS EN EL MINISTERIO

Existen pastores que están más interesados en el dinero de las ovejas que en su salvación. Existen pastores que hacen del ministerio un negocio, mercadean con la Palabra y transforman la iglesia en un negocio que ofrece muchas utilidades.8 Existen pastores que organizan iglesias como una empresa particular, donde prevalece el nepotismo. Transforman el púlpito en una vitrina, el evangelio en un producto, el templo en una plaza de negocios, y a los creyentes en consumidores. Son obreros fraudulentos, codiciosos, avaros y engañadores. Son amantes del dinero y están embriagados por la seducción de la riqueza.

Existen pastores que cambian el mensaje para obtener más utilidades. Predican prosperidad y engañan al pueblo con predicaciones tendenciosas para llenarse a sí mismos.

Estamos viendo hoy en día el fenómeno de la mercantilización de la fe. Pastores y más pastores están saliendo de la estructura eclesiástica y rompiendo con sus denominaciones para crear ministerios particulares, en el que el líder se vuelve el dueño de la iglesia. La iglesia pasa a ser una propiedad particular del pastor. El ministerio de la iglesia se vuelve un gobierno de dinastía, en el que la esposa es ordenada, y los hijos son sucesores inmediatos. No dudamos que Dios llama a algunos para el ministerio específico y que toda la familia esta involucrada en el proyecto, pero la multiplicación sin escrúpulos de ese modelo es muy preocupante.

EXISTEN PASTORES INESTABLES EMOCIONALMENTE EN EL MINISTERIO

Existen pastores enfermos emocionalmente en el ejercicio de su pastorado. Deberían ser pastoreados, pero están pastoreando. Deberían ser cuidados, pero están cuidando de los demás.

Deberían estar siendo cuidados emocionalmente, pero están ayudando a otros.

Las iglesias tienen que tener mejor criterio en el envío de candidatos a los seminarios. Un pastor sin equilibrio emocional puede traer grandes pérdidas para sí mismo, para su familia y para la iglesia.

El ministerio tiene sus complejidades y exige obreros adecuados y emocionalmente saludables. El pastor lidia con tensiones y si no es una persona centrada y equilibrada, se resquebraja emocionalmente y puede generar conflictos a su alrededor. Muchos problemas en las iglesias fueron creados por la falta de habilidad de sus pastores. La dirección equivocada de una situación aparentemente simple, puede desencadenar problemas que difícilmente serán resueltos.

El pastor es un hombre que necesita dominio propio. Hay momentos en que una reacción desenfrenada echa todo a perder. La precipitación en el hablar puede generar grandes contiendas y conflictos. La manera equivocada de hablar puede desencadenar verdaderas guerras dentro de la iglesia. La truculencia en el actuar puede abrir heridas incurables en las relaciones interpersonales.

No hay región más resbalosa para un obrero frágil emocionalmente que la oficina pastoral. Muchos pastores han naufragado en las aguas revueltas de ese secreto lugar. Más de 50% de las personas que entran en una oficina pastoral son del sexo femenino, y más del 50% de los asuntos tratados están relacionados a la vida sentimental y sexual. Un pastor emocionalmente vulnerable se puede involucrar emocionalmente con sus aconsejadas o dejarse involucrar por ellas. Existen varios pastores que perdieron el ministerio dentro de la oficina pastoral. Son como Sansón, verdaderos gigantes en determinadas áreas de la vida, pero débiles emocionalmente, que se derriten ante la seducción y pierden la visión, el ministerio, la familia y la propia vida.

EXISTEN PASTORES CON MIEDO DE FRACASAR EN EL MINISTERIO

El miedo es más que un sentimiento, es un espíritu. Pablo le escribe a Timoteo, diciendo que Dios no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y dominio propio.9 El miedo nos paraliza. El miedo altera nuestra comprensión de las cosas. Los discípulos de Jesús arrinconados por el miedo, lo vieron andando sobre las olas y gritaron de terror: "¡Es un fantasma!"10 En vez de mirar a Jesús, como la solución de sus problemas, lo vieron como el empeoramiento de la situación. El miedo les opacó la visión y les entorpeció el alma. Jesús contó la parábola de los talentos y dijo que quien recibió solamente un talento, con miedo de fracasar, lo enterró y fue descalificado por su Señor.11

Existen muchos pastores con miedo de fracasar en el púlpito, en la consejería y en la administración. Existen pastores con miedo de relacionarse con su liderazgo y con miedo de la opinión del pueblo. Existen pastores que actúan como una tortuga, pues se encogen bajo una gruesa cáscara, pensando que ese falso blindaje los protegerá de decepciones.

Craig Groeschel escribe sobre ese temor del fracaso narrando un interesante experimento hecho por algunos científicos. He aquí el experimento:

En la mitad de un salón, algunos científicos colgaron un racimo de bananos frescos en un palo. A continuación, dejaron cuatro chimpancés sueltos en el salón. Al instante, los chimpancés hambrientos fueron en dirección de los bananos maduros. Cuando intentaron subir por el palo, uno de los científicos echó agua bien helada sobre todos los chimpancés. Los chimpancés retrocedieron, se juntaron de nuevo e hicieron un segundo intento. Tan pronto empezaron a subir en la estaca, recibieron nuevamente el baño de agua helada. Después de varios intentos sin éxito, los chimpancés se convencieron de que el fracaso era inevitable, y, por fin, pararon de intentar.

Al día siguiente, los investigadores quitaron uno de los cuatro chimpancés del salón y lo remplazaron por otro que no había participado de la experiencia en el día anterior. ¿Qué hizo el nuevo? Fue sin temor a coger los bananos. Pero, antes de que llegase a la base del poste, los tres veteranos lo jalaron. Como no tenía miedo, intentó nuevamente, pero una vez más fue impedido por sus compañeros. Al final terminó dejando eso a un lado y se rindió a la actitud fatalista de los demás.

Todos los días los científicos cambiaban uno de los chimpancés originales. Al quinto día, de los cuatro chimpancés en el salón, ninguno de ellos había pasado por la experiencia

de tomar un baño de agua helada. Aun así, a partir de ese momento, todas las veces que un nuevo chimpancé estaba en el salón, los otros le impedían de subir al poste para coger los bananos sin aún saber por qué lo hacían. La falla de los primeros cuatro condicionó a todos los novatos a evitar cualquier intento.12

Esa experiencia no es común solamente entre chimpancés, sino también entre individuos. Nosotros nos precavemos con el fracaso de los demás y quedamos con miedo de hacer nuevos intentos. El miedo nos puede privar de cosas maravillosas que están a nuestro alcance. No permita que el miedo del fracaso lo transforme en un chimpancé de laboratorio.13 El fracaso es una circunstancia, nunca una característica personal. Thomas Alva Edison hizo alrededor de dos mil experimentos antes de inventar la bombilla eléctrica. En cierta ocasión alguien le preguntó si no se sentía frustrado después de tantos experimentos. Él respondió: "¡No! Yo inventé el bombillo eléctrico, y esta fue una victoria que demandó dos mil pasos". El fracaso solamente es fracaso cuando no se aprende con él. El fracaso tiene que ser su pedagogo, y no su sepulturero. El fracaso no dura para siempre. Cuando Dios es el compañero de sus sueños, ¡tenga el valor de soñar en grande e inclusive correr riesgos!

EXISTEN PASTORES CONFUNDIDOS TEOLÓGICAMENTE EN EL MINISTERIO

La iglesia evangélica vive un fenómeno extraño en varios países de América Latina. Crece explosivamente, pero al mismo tiempo pierde vergonzosamente la identidad de evangélicas. Lo que en verdad crece no es el evangelio, sino otro evangelio, un evangelio híbrido, sincrético y místico. Vemos prosperar en esos países una iglesia que se dice evangélica, pero que no tiene evangelio. Predica sobre prosperidad, y no sobre salvación. Habla de tesoros en la tierra, y no de tesoros en el cielo.

Existen muchos vientos de doctrinas que soplan todos los días, y las novedades están floreciendo como hongos en la huerta fértil del misticismo latinoamericano. La Biblia es utilizada de manera mágica para sostener herejías de pastores entorpecidos, que buscan a cualquier costo las utilidades y la promoción personal. En esa babel de novedades en el mercado de la fe, identificamos algunos tipos de pastores.

Primero, existen aquellos que son los mentores de las novedades. Esos pastores son verdaderos especialistas en comunicación y mercadeo. Siempre están creando alguna novedad para atraer al pueblo. El problema de esa busca frenética por las novedades es que la Palabra de Dios es omitida al pueblo. En vez de nutrir al pueblo con el trigo de la verdad, lo sacian con la paja de las novedades.14